El guía se coloca delante del esquiador desde el principio de la bajada. El esquiador debe seguirle, tratando de pasar exactamente por el mismo sitio. El guía debe estar atento al esquiador, procurando no alejarse demasiado, para que el ciego o deficiente visual oiga o vea con claridad por dónde tiene que ir, así como las instrucciones que le da su guía.
La distancia entre guía y esquiador es muy importante. De alguna forma, el guía se convierte en los ojos del ciego o deficiente visual. Si se aleja, el flujo de información disminuye, es como si perdiera la visión en plena bajada. Para asegurarse que esto no pase, el guía debe girarse a menudo y cerciorarse de que su esquiador le sigue a una distancia adecuada.
El guía es el responsable de controlar la distancia, de acelerar o aminorar para adecuarse al ritmo del esquiador. Lo ideal es mantener una distancia corta y constante, conseguir que los dos estén esquiando dentro del mismo giro. Esto es lo más seguro y lo que permite disfrutar más de la experiencia a ambos miembros de la pareja, pero no siempre se consigue a la primera, ya que hay que compenetrarse, acostumbrarse al ritmo y a los movimientos del otro.
Por si alguien necesita más información puede consultar esta página http://www.clubsiempre.es/guiado.html
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